Conociéndonos

Me gustaría que nos conociéramos un poco más. A veces los cuarenta, ochenta o ciento veinte minutos de la clase no nos permiten explayarnos sobre nuestros intereses, sueños y proyectos. No obstante, ello son lo más hermoso que seguramente podemos compartir. Siempre es bueno, y lindo, poder sentir que a alguien le interesa eso que construimos a partir de nuestra historia personal, de nuestras vidas. 
Personalmente me encantaría saber un poco más sobre vos, creo incluso que sería productivo para nuestras clases porque podríamos orientarlas a partir de ellos. 
Te invito entonces a que nos cuentes sobre vos. Para dar el primer paso, y empujarte así a que te animes, te voy a contar un poco de mí: 

Tu profe decidió que las letras eran algo esencial en su vida aproximadamente a los 14 años...
Cursaba el segundo año del secundario en el colegio "Nuestra Señora de los Ángeles", cuando conocí a alguien fundamental en lo que sería mi posterior elección de vida: la querida profesora de Lengua Elvira Castaño. 
Ella tenía un singular método para comenzar sus clases que consistía en darnos los primeros diez minutos de la clase para leer. Eran diez minutos de lectura silenciosa donde podíamos elegir sumergirnos en cuentos o novelas, siempre orientados por ella respecto a las lecturas que serían apropiadas para nuestra edad e intereses. Nunca voy a olvidar sus primeras recomendaciones. Nos sugirió visitar la biblioteca de la escuela, optar por autores nacionales o latinoaméricanos -para comenzar-, evitar los best sellers, considerar siempre que las traducciones sean de confianza y calidad. Estos puntos, siguen en su esencia siendo pilares para mí. 

En esos minutos, que siempre me parecieron pocos y que por ende supe extender a otras materias con la benévola paciencia de mis otras profesoras, descubrí que existían otros mundos, que era posible volar, imaginar y comenzó a gestarse mi pasión por la lectura. Con el tiempo, y la mirada generosa de otras educadoras que tuve en mi formación específica como docente, entendí que en realidad mi vocación se pudo haber comenzado a gestar en mi lejana infancia, cuando mi mamá nos contaba a mis hermanas y a mí las mil aventuras que ella y sus hermanos vivían en su pueblo. Seguramente también algo se perfilaba cuando sometía a mi papá a que nos repitiera infinitas veces cada cuento que nos leía o inventaba -podre, lo dejábamos sin caudal de historias disponibles- antes de ir a dormir. 

Lo cierto es que a partir del segundo año del secundario comencé a entender cuál era el norte de mis inquietudes e intereses.  Por esa época descubrí a Gabriel García Márquez. Su obra cumbre "Cien años de Soledad" fue durante años mi libro de cabecera, y ocupa aún hoy el record de ser el libro que más veces leí en mi vida. Sí, sufro de una extraña obsesión que implica leer y releer los libros que me gustan muchas veces, por favor no me pregunten cuántas  lo hago porque me sonroja (lo mismo me pasa con las películas y los temas musicales). Pero no nos dispersemos... 
Una vez egresada del secundario opté por estudiar Periodismo, he ahí el germen de Gabo (G. G. Márquez). Desde entonces y hasta hoy, mi perfil como comunicadora se inclina siempre hacía lo gráfico. No creo haber escrito grandes notas pero sé que de todo lo que el periodismo me ofrece es lo que más disfruto hacer. 

Tras Periodismo el salto hacía la docencia llegó en 2006. De alguna manera era algo que se perfilaba inevitable. Decidí ingresar al profesorado de Lengua y Literatura del I.E.S. N° 28 "Olga Cossettini". Entiendo hoy, que quería seguir empapándome de aquellos mundos que comencé a descubrir en mi trayecto escolar. Pero  mis aspiraciones habían cambiado, ya no se trataba de leer sólo para mí, yo deseaba compartir eso que tanto me apasionaba con más personas, sobre todo con jóvenes, con adolescentes. Aquello que mi querida profesora de Lengua me había inculcado era algo que también, entendí, podía intentar hacer. 

Así fue, una vez tomada la decisión y a poco de comenzar el profesorado -en segundo año-, que conocí a otra persona que terminaría también por ser inspiradora tanto en mi vocación como en mi vida. Puntualmente en 2007, conocí a María Gabriela Battaglía, una de esas personas ejemplares que pueden exteriorizar su pasión por la literatura con sólo hablar o acaso sólo existir (bien sabemos sus alumnos que a Gabriela no le hace falta decir palabra alguna para trasmitir su amor por las letras). Las clases de esta última, su ejemplo y el de Elvira son para mí hoy el sostén de lo que intento trasmitir en mis propias clases: el amor por la literatura. 

Con Gabriela descubrí el texto que es sin la menor duda mi preferido: El Quijote. La obra de Cervantes se convirtió gracias a sus magistrales clases en mi libro de cabecera, y, ya se podrán anticipar ustedes, sus páginas se sometieron también a múltiples relecturas (aprovecho para aclarar que nada o muy poco me importa perder esta costumbre). Si bien mi caudal de "preferidos" se incrementó e incrementa cada día más, hago justicia en sólo mencionar a García Márquez y Miguel de Cervantes Saavedra, por haber sido el primero que me cautivó uno y quien ocupa el lugar de predilecto el otro.

Así, de estos caminos, se fundó lo que hoy soy. Mis proyectos se gestaron tal cual se los conté y se siguen transformando actualmente gracias a ustedes. Estoy convencida que recién ahora estoy comenzando a caminar, a construir eso que desde hace tanto tiempo amo. Gracias por ser parte de mis sueños. 

Cariños, Claudia.

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